sábado, 9 de noviembre de 2024

Gran Jefe

 

 


Gran Jefe, aunque no estés, camino por nuestras calles en silencio, sumida en mis confusiones, subo bordillos y al bajar, tropiezo con mis avernos y caigo de bruces en ellos. Y es cuando me permito llorarte. No voy a negarte que no esté siendo fácil. Pero no me importa, porque sé que por fin, puedes descansar en la luz, un alma tan grande como la tuya no tiene otro lugar adonde ir.

 

Fue la elección de un instante, tenía que decidir entre tu sufrimiento o mi dolor, así de simple. Y se sorprendieron que no vacilara, que no tuviera que pensar; siento tanto amor por ti que no podía ver como luchabas a diario y con todas tus  mermadas fuerzas contra tu deterioro, sin ninguna posibilidad de recuperación. Perdóname tú, porque a mí me cuesta un mundo.

 

Quiero decirte, Gran Jefe, que trajiste a mi vida con tu mirada dulce y humanizada, sentimientos que jamás había experimentado. Llenaste nuestras jornadas de puro amor, de caricias, de dulzura, de actividad insospechada. Recuerda que solías salir corriendo a la desesperada en el instante menos pensado, y me tocaba perseguirte para que no cruzaras la autovía sin mirar.

 

Necesito darte las gracias por todo el amor que compartiste conmigo, por darme la posibilidad de estar a tu lado todos estos años. Por dejar que te estimara lo inmensurable. Ya te confirmo que va a ser imposible olvidarte.

 

Y no dudes, valencià del meu cor, que en cuanto pueda salir de este vacío tan grande, iré a buscar a otro paisano tuyo, para que ambos podamos darnos otra oportunidad como la que tú y yo tuvimos, es lo mínimo que puedo hacer para con los tuyos.

 

Millones de gracias por haberme dado la oportunidad de compartir contigo tanto, tanto y tanto.

 

Laura Mir