El viento de cada día choca contra mí, como ayer; y hoy no
iba a ser indiferente.
Su fuerza aviva feroces incendios y erosiona tranquilas
lomas.
Peina insolentes penachos, los deshoja, y los enfrenta
—desnudos—
a la inquietud de lo que no se comprende.
Y yo, como las lomas, siento el desgaste del transcurrir del
tiempo,
la erosión de mis certezas…
¿Y si esas certezas no fueran ciertas?
¿Y si lo que debiera ser por naturaleza, en realidad no
fuera?
¿Y si lo que creemos absoluto, en absoluto lo fuera?
Camino contra el céfiro, que sopla sin coger aliento.
Y al girarme, mientras me debato, contemplo en silencio
cómo él, en su tenaz persistencia, va desdibujando mis
huellas.
Laura Mir
No hay comentarios:
Publicar un comentario