Te
busco en la noche cuando hay pocas estrellas y te sospecho perdido sin tu siquiera
saberlo. Te encuentro sentado y entretenido sobre una de ellas, jugándote a los dados el trozo de espacio que crees que
ocupas en el firmamento. Me acerco y te digo al oído, como en un susurro, que
traigo en mis bolsillos deseos y sueños inmensos. Me miras extasiado, quizás contagiado
por ellos; ilusionado como si poseyera alas, como si volando los dos juntos y
de la mano pudiera llevarte muy lejos. Casi, casi, me convences de que es
cierto. Entonces miro por encima de mi hombro y encuentro lisa y desnuda sólo la
piel blanca de mi espalda.
Apenada
y en silencio me recuesto a tu lado y apoyo la cabeza sobre tu hombro en busca
de consuelo. En ese preciso instante me doy cuenta del verdadero valor de estos
momentos que le sustraemos sin querer al tiempo, para deslizarnos juntos por nuestros universos,
para aproximarlos, para comprendernos.
En
eso estamos, creando y dando forma a nuestras más internas ilusiones y con
trocitos de ellas, entre palabras nuevas y viejos mutismos, colocamos pedazo a
pedazo: el hielo, la roca y el gas que nos alejó antaño del sentimiento simple,
puro y verdadero; vamos construyendo a golpes de esperanza el cometa con el que
surcaremos el cielo.
Nos
subimos de un salto, nos sentimos alegres y completos. Volamos, aunque te
sorprende poder volar sin alas no dices nada, me miras y te dejas llevar en cuerpo
y alma por los renovados vientos.
Pasamos
cerca del planeta Tierra, lo vemos virar entre gentes, corrupción, hambrunas y
guerras. Está clareando, se ve muy bello e intensamente azul. Me
lo señalas con tu índice en la distancia, girando y girando inexorable y ajeno,
pero sin nosotros dentro, nos parece tan distinto. Reímos cómplices porque nos
sabemos lejos y comprendemos seguros que nos hemos transformado a golpes de
experiencia, en simplemente dos, en simplemente uno.
Laura
Mir
Es un relato que invita a ilusionarse de nuevo con ese camino feliz que puede suponer la pareja. Un lazo de unión muy emotivo, felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, y sí, es una llamada a aproximar mundos distantes en esta era tan tecnológica, demasiado conectados pero a la vez desconectados, toda una contradicción y un desatino.
ResponderEliminarUn abrazo