martes, 7 de octubre de 2025

EILAT


 


Para alcanzar Eilat, se han de atravesar mil puentes.

Los hay de piedra, de cuerda, de hierro, de niebla y de sueños —de muchos sueños incumplidos.

Las personas que los atraviesan caminan y susurran sus historias a la brisa, que los envuelve, que los abraza, que parece escucharlos. Se aproxima un instante para separarse al siguiente, y parece que las historias de los transeúntes las aleja, para filtrarlas entre las grietas de los edificios antiguos que dejaron atrás.

Algunos se vuelven y observan cómo las fisuras se hacen profundas —tanto o más que los surcos que el tiempo se ha encargado de tatuar sobre sus rostros. Sonríen porque están convencidos.

Otros, cansados y abatidos, decepcionados y encogidos por el dolor de lo vivido y el exilio de la incomprensión, se arrodillan en el último tramo. Sienten miedo, y la mujer loca lo entiende, porque ella estuvo allí.

Con una sonrisa se aproxima a ellos y, con solo palabras, los empuja a avanzar. Cuando eso sucede, rugen las aguas turbias del río a modo de violentas protestas. Ella las ignora —las conoce bien— y sabe que, ante la firmeza de quienes han comprendido, nada tienen que hacer.

Muchos se dan la vuelta por las metáforas que dejaron atrás. Son incapaces de alejarse de las promesas incumplidas: las reales, las imaginarias, incluso las dejadas entrever... Ella, la loca, con la intuición de su retorno, los despide con ternura.

Dicen los que vuelven a sus minúsculos cubículos enrejados que es muy valiente. Ella sonríe, y dice de sí que es el camino, porque no existe otra senda.

Los que van por decisión propia, los que son ayudados, y los que se vuelven sobre sus huellas, todos derraman sus lágrimas amargas sobre los torbellinos negros del río.

Todos saben de Eilat que, más que un lugar de árboles fuertes, es un estado.

Y solo aquellos que pueden despojarse de todo —porque nada, en realidad, les pertenece ni les ha pertenecido jamás— son capaces de alcanzar.



Laura Mir



domingo, 28 de septiembre de 2025

LA VIBRACIÓN DE LA ESPERANZA


 


Un sonido encima de otro, superpuestos.

No cesan, no pueden sustituirse: se amontonan.

Como capas de ceniza en una estancia cerrada,

susurros en distintos idiomas que nadie entiende.

 

Una capa sobre otra, suman o restan,

hasta que una de esas capas coincide

con la frecuencia de la voz humana.

 

En la profundidad de su abismo oscuro,

infinito, húmedo, un hombre espera.

No grita porque está afónico.

Intenta ajustar su voz. No puede.

Y espera.

 

Rememora recuerdos lentos.

Tiempos lejanos entretejen un leve sonido,

apenas audible.

Sabe que cuando la frecuencia cambie,

cuando todo encaje,

alguien logrará escucharlo.

 

Pero por ahora,

es una leve vibración más,

una de esas capas tenues

perdida entre pasados recuerdos,

futuros posibles

y calendarios que nunca llegan.

 

Todo queda en el aire.

Como si el aire mismo fuera un archivo.

Como si la historia que hemos olvidado

necesitara tomar aliento antes de hablar.

 

Mientras la ignorancia y el caos giran,

se pregunta:

¿Cuántos habrá como yo?

 

 

Laura Mir  


martes, 16 de septiembre de 2025

EL VIENTO


 



 

El viento de cada día choca contra mí, como ayer; y hoy no iba a ser indiferente.

Su fuerza aviva feroces incendios y erosiona tranquilas lomas.

Peina insolentes penachos, los deshoja, y los enfrenta —desnudos—

a la inquietud de lo que no se comprende.

 

Y yo, como las lomas, siento el desgaste del transcurrir del tiempo,

la erosión de mis certezas…

¿Y si esas certezas no fueran ciertas?

¿Y si lo que debiera ser por naturaleza, en realidad no fuera?

¿Y si lo que creemos absoluto, en absoluto lo fuera?

 

Camino contra el céfiro, que sopla sin coger aliento.

Y al girarme, mientras me debato, contemplo en silencio

cómo él, en su tenaz persistencia, va desdibujando mis huellas.

 

 

Laura Mir           

                                                            

viernes, 5 de septiembre de 2025

PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE NUESTRA SOBERANÍA ALIMENTARIA

 



A mediados del siglo pasado, empezaron a registrar, a modificar genéticamente e hibridar las semillas de los alimentos que consumismo, con un afán tal, que de los alimentos ecológicos que puedas adquirir en el centro ecologista más riguroso, en realidad, sólo el diez por ciento de esos víveres son realmente ecológicos.

 

Las semillas las podemos clasificar de la siguiente manera:

 

—De polinización abierta o tradicionales, estas pueden ser reproducidas a partir de las semillas que se generan de nuestra planta y que al siguiente año las podemos plantar y nos darán los mismos frutos, vegetales, raíces…

—Los híbridos, F1 y F2. Estas semillas son el resultado de la unión de dos especies distintas, por medio de una polinización controlada, la inoculación de bacterias, de fertilizantes, de fungicidas y de pesticidas. El propósito es un mejor crecimiento, mayor productividad y resistencia, pero con las consecuencias negativas en el medio ambiente, en la fauna y por supuesto, en los seres humanos. Aquí, pongo como ejemplo la muerte en masa de las abejas.

 

Las F1 serían de dos especies puras de polinización abierta y las F2, la polinización de dos F1, el colmo del colmo de la hibridación.

 

Decir que ambos tipos no pueden reproducirse, por lo que los agricultores tienen que comprar las semillas cada temporada de siembra, además de tener que adquirir fertilizantes y pesticidas químicos que son los únicos que funcionan en esas plantas. Todo un propósito comercial.

 

—Y las transgénicas o OGM, de estas no hablo porque hay mucha información en Internet, pero como puede deducirse son también nocivas para la diversidad y los seres humanos. Añado, que todo el arroz que se consume en el planeta, incluso el salvaje, es transgénico. Hablan de la soja, pero no del arroz que es mucho más consumido. Además de que, en la actualidad, también se están haciendo estas manipulaciones genéticas en animales para consumo, pongo como ejemplo al cerdo y al salmón.

 

Hasta aquí sería el presente.

 

Y en el futuro, cuando no podamos ni comprar ni vender nada, cuando hayan acabado de registrar, hibridar, inocular, modificar y acabado con las semillas autóctonas y puras de cada rincón del mundo, tendremos que comer la porquería que nos quieran dar. De ahí, la importancia de crear pequeños bancos de semillas de polinización abierta en cada zona, esas que se han pasado entre generaciones, hacer intercambio de semillas entre los agricultores y pequeños cultivadores, y adaptarlas con cariño a la zona donde residimos (esto suele suceder entre la segunda y sexta generación, según la especie). Tenemos que convertirnos en los valientes guardianes de nuestras semillas, nuestra salud y supervivencia dependen de ellas. Tenemos que defenderlas porque somos responsables de que nuestros hijos y nietos, tengan acceso a una alimentación sana y sostenible con nuestra biodiversidad.

 

Y recordad, que cuando ya no quede nada, siempre nos quedarán las semillas para volver a empezar.

 

 

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sábado, 24 de mayo de 2025

DE VUELTA


 



 

Encajada en estructuras de hormigón y deslucidos ladrillos, el viento flagela incansable las esquinas y ella, azotada en persistencia, se impacienta, piensa y repiensa en sublevarse. Hace centenas que aguanta los embates de la ignorancia y todo lo que ella trae consigo. Es tanto el perímetro de hastío que soporta...

 

Le cuesta respirar.

 

Sabe que un instante más aquí corre el riesgo de tornarse de forma irremediable, del todo lela y un paso más allá, dando la espalda a la tonta sinrazón y al incomprensible inmovilismo, no sin excepción de vivir el sufrimiento, tiene una única posibilidad de encontrar el camino a casa, el retorno a la libertad.

 

Toma aire con esfuerzo y dando la espalda a tanto cansancio, comienza su vuelta porque ha comprendido.

 

 

Laura Mir

 


martes, 21 de enero de 2025

CAMBIO DE RUMBO

 



A veces hay que cambiar de rumbo por caminos escarpados, cuando te das cuenta de lo retorcidos que son. Pero tú pensabas, estabas convencidísimo de que eran los más correctos. Te paras y deliberas en rectificar porque te aceptas equivocado, también te resignas por el tiempo que has perdido dando vueltas y vueltas. No, no pasa nada, te dices, absolutamente nada; porque en el fondo te sabes sempiterno. En tu fuero interno ya habitan todas las carencias de opciones y te consuelas. Te reconfortas a ti mismo porque no tienes otra, sin embargo, mientras el giro acontece, se hace inevitable la conjugación de cada uno de esos compañeros de viaje a los que dejas atrás. 

 

 

Laura Mir                                                                                    


martes, 14 de enero de 2025

MELISA

 




Esta caja de cartón es bien extraña, se abre por abajo y por un lateral, por si la pones de pie o la prefieres tumbada. Supongo que va  en función al hueco libre del estante. Seguro que está diseñada por una mujer, ambas partes están troqueladas.

ADVERTENCIA, no meter la bolsita en el microondas. Sonrío.

La infusión no puede introducirse en el microondas, pero a mí, con tu infinito amor, aquella tarde y sin previo aviso, me metiste de cabeza en el MACROONDAS. La suerte es que te da vueltas en un mar lento que te calienta por dentro.

Es Melisa y pasiflora, sonrío menos porque voy atisbando mi destino.

Especifica: Meter la bolsita en la taza, añadir agua caliente y esperar de cinco a ocho minutos.

A pequeños sorbos porque quema, pienso en que esto, lo nuestro, lo tuyo y lo mío, iba de mujeres. Hace milenios que va sólo de mujeres.

De esas que aman mucho, y tienen hijos, para poder consentir a nietos. Nada de eso, MADRE, nada de eso.

Lo tienes y lo sacrificas, al tuyo y al mío, a la misma edad por el bien del mundo o de las serpientes, para el caso es lo mismo. No reprimo una lágrima.

Recuerdo que me dijiste:

—Niña amada, es por un bien mayor. No puedes negarte, a ello te debes.

Y allí mismo vertiste junto con la luz, todos los misterios.

La pasiflora, MADRE, es pasión y sufrimiento. Y a moco tendido porque duele, y ya no puedo contenerme, te pregunto:

—¿Dejarás que me despedacen por no desvelar tus secretos?

 

Laura Mir