Encajada en estructuras de hormigón y deslucidos ladrillos,
el viento flagela incansable las esquinas y ella, azotada en persistencia, se
impacienta, piensa y repiensa en sublevarse. Hace centenas que aguanta los
embates de la ignorancia y todo lo que ella trae consigo. Es tanto el perímetro
de hastío que soporta...
Le cuesta respirar.
Sabe que un instante más aquí corre el riesgo de tornarse de
forma irremediable, del todo lela y un paso más allá, dando la espalda a la
tonta sinrazón y al incomprensible inmovilismo, no sin excepción de vivir el
sufrimiento, tiene una única posibilidad de encontrar el camino a casa, el
retorno a la libertad.
Toma aire con esfuerzo y dando la espalda a tanto cansancio,
comienza su vuelta porque ha comprendido.
Laura Mir