INTRODUCCIÓN
Decía Bashò que haiku es "lo que está ocurriendo ahora". Quizás, huyendo de abstracciones intelectuales, quería expresar que se trataba de alcanzar momentos intemporales, es decir eternizar la espléndida porción de presente que está ahí.
Habitualmente somos ciegos a la belleza que se encierra en cada instante. Vivimos añorando un pasado que ya no está, y anhelando un futuro que todavía no existe. Parece como si el presente fuera algo molesto que hubiese que tragar apresuradamente, como una purga. Así se nos va la vida.
En la composición me he ceñido a la estructura ortodoxa del haiku, la estrofa de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente. Aunque, como es sabido, en el haiku no es preceptiva la rima, si lo es el kigo o palabra que indica la estación. El idioma japonés se presta a la expresión de matices sutiles en un espacio mínimo. En español es difícil, en ocasiones, lograr un kigo que no sea explícito. A ello hay que añadir que el haiku debe ser espontáneo, sin elaborar, sin contenidos intelectuales, sin juegos de palabras ingeniosos. Se trata de la fusión entre el observador, el poeta, y lo observado, la naturaleza. Bashò (1644-1694), figura cumbre del haiku, fue un hombre religioso, próximo a la mística budista.
El poemario se compone de
60 haikus, agrupados según las estaciones del año. He adoptado esta
distribución clásica, no ya por seguir la convención que, por otra parte, en
las escuelas japonesas modernas no se respeta demasiado, sino porque comparto
la idea primitiva del haiku, que identificaba el fluir de la vida con el
discurrir de las estaciones. Ese sentido de la vida que fluye,
maravillosamente, sin esfuerzo, sin conflicto, de un modo perfecto, es el que
he experimentado al escribirlos. Así, además del goce de la creación estética,
he disfrutado de una íntima experiencia espiritual.
Por último, en muchos de
estos haikus he utilizado topónimos, y reflejado imágenes de la flora y fauna
de Denia y la Marina Alta y de la comarca de Alicante, porque es el medio
natural más próximo a mis ojos y a mi corazón.
PRIMAVERA:
La luna blanca
alumbra la espesura.
¿Hablan
las hojas?
Lucen
frú-frú,
bailarinas
graciosas,
las
flores blancas.
Rebaño
blanco
paciendo
limpios cielos.
Pradera
azul.
Flores de jara
como papel parecen
de
seda malva.
Entre
los árboles
vocecitas
airadas,
pleito
de pájaros.
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