Son las carreras de la vida,
contigo me enfrasqué en una contrarreloj sin descanso y pudimos atravesar
fronteras, las cercanas y las lejanas, las naturales y las sociales, las
correctas y las equivocadas. Cuando pude parar en el camino, el corazón se me
salía por el esfuerzo y latía a la mitad porque la otra parte te la adelantaste
contigo, me sentí sola. Me extrañó mucho, y al mirarme el pecho, felizmente comprobé
con un suspiro de alivio, de que nunca hicimos
caso a nadie salvo a nosotros mismos, que corríamos porque simplemente nos queríamos,
sin sentir la necesidad de colocarnos las formas indicativas que comporta un
dorsal.
Laura Mir
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