PLACER
SANGRIENTO
Oigo los
gritos de la gente, veo como corre la sangre y un escalofrió de placer recorre
mi cuerpo, en casa me masturbaré frenéticamente mientras rememoro las imágenes.
Hoy le ha
tocado al pasamanos de madera del metro, se ha llenado de sangre enseguida,
casi me corro allí mismo.
Ahora
necesito encontrar un tobogán de esos antiguos donde poder insertar mis
cuchillas de afeitar, esta vez me llevaré una cámara para poder filmar como se
rajan las piernas los niños que se tiren por él.
Sé que
detrás de tu casa hay uno de esos, mañana estaré por ahí.
SOLO
Algo pasa,
tengo la impresión de que no estoy solo mientras escribo, ya van dos veces que
me parece ver una sombra por el rabillo del ojo.
Siento
frio, sin embargo todo está cerrado.
Juro que a
veces hay algo que pasa rozándome, tengo hasta miedo de apagar la luz, me ha parecido ver brillar unos ojos en la
oscuridad de mi habitación.
Esta
mañana no pude abrir la puerta de la calle, hace días que no duermo y en mi
cama hay alguien tirado, inmóvil.
Hoy a su
lado hay una mujer de negro mirándome.
Autor: Benjamín J. Green
*****
PERFORMANCE
La rata
indiferente a mi presencia se dedica tranquilamente a lo suyo, que es hincarle
el diente al dedo pequeño de mi pie derecho, mientras una de sus hermanas ya se
está cebando con lo que queda del izquierdo.
Esta
anestesia que me inyectan cada dos horas es increíble, no siento nada y como
estoy amarrada a una cama sin posibilidad de moverme, como todos, contemplo el
espectáculo.
La sangre
que empapa las sabanas atrae a más ratas negras y veo como la más grande se va
acercando al ojo que me queda, hasta parece sonreír, mientras me lo arranca.
MALDITA
Hace unas
semanas, he participado en una sesión de espiritismo y una tarde al ir a
aparcar mi moto en el garaje, en mi sitio había un tipo siniestro que no se
quería apartar, me bajé de la moto mosqueada a punto de decirle cuatro cosas,
cuando me habló:
— Hola Sonia,
ya llevo una hora esperándote.
— ¿Y tú quién
eres? — Le espeté de mal humor.
— Al que
has llamado hace algún tiempo, soy el diablo y siempre que estés sola te
visitaré.
Hasta me
casé para no estar nunca sola, en vano.
Maldita, pienso mientras me disparo.
Autora: Sonia Mallorca
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