Algunos
extraviados y olvidados arreciados de frío se apretujan junto al fuego, miran
hipnotizados el baile de las llamas. No dicen nada, hay poco que contar. Todos
están por lo mismo, o parecido. Son sólo los restos de gente que nadie ve y
conoce. Personas perdidas, muy lejos de cualquier lugar de este mundo o de
cualquier otro.
La vida
los ha olvidado mientras sus voces se han ido acallando, sus historias sólo
hablan de tristes y lejanas despedidas más allá de cualquier horizonte. Cada
uno intenta parecer lo que nunca ha sido en vano, mientras la pena que vive en
el fondo de sus ojos habla por ellos, ella nos cuenta lo que se perdió o lo que
nunca se alcanzó.
Solo hay
sueños demasiados lejanos en sus largas noches,
lágrimas de un corazón que ya sólo parece latirles por inercia. Sin
embargo, un día creyeron que el mundo era para todos, que el amor no moriría
nunca, que la vida sería bonita y que el cielo estaba al alcance de sus manos. Últimos
sueños que se guardan sin tocar por miedo a romperlos y que desaparezcan para
siempre.
Nadie
levanta la mirada cuando alguien nuevo se sienta a su lado, conocen bien la
vergüenza del fracaso y el dolor del que sabe lo que cuesta la derrota.
Las lágrimas
silenciosas del desarraigo, del exilio, del que grita sin voz en medio de una
multitud ciega, sorda y muda. Todos
saben que el futuro no existe y nadie habla del pasado, aquí sobran las
palabras porque los ojos perdidos lo dicen todo.
El color
de la piel no significa nada, al hambre y al frío no suelen importarles demasiado,
tratan a todos del mismo modo. A medida que van llegando más sombras vestidas
de harapos, el fuego crece, todos procuran calentarse los miembros ateridos. Mientras
sus espaldas heladas se estremecen bajo los crueles mordiscos del viento frío
del norte.
Sin
embargo hoy no es una noche cualquiera, es nochebuena y alguien saca un cartón
de vino; otro un poco de pan, más vino, algo de embutido, quizá alguna galleta
de chocolate. En algún momento, el que sabe algún villancico empieza
a cantar, al rato coreado por voces cascadas y rotas. Voces del mundo de
los invisibles en medio de la nada.
Por un
momento, bajo aquel puente y alrededor del fuego se sienten otra vez como en
familia, casi cogidos de la mano gritando su derecho a ser felices a los cielos
mudos, sordos y tan lejanos. Olvidando por un momento el lugar, las penas, la
soledad. Sintiendo el calor y el apoyo de la persona que está a su lado.
Puede que
después vuelvan las lágrimas y la tristeza, pero por un momento volvieron a sus
casas con sus seres queridos, esos que sólo viven en los recuerdos pero que
calientan, tanto o más sus gastadas pieles que este fuego que les ha unido bajo
el mismo techo.
Esta
noche, no es una noche cualquiera.
Esta noche
es toda suya, la de los olvidados, perdidos, exiliados, extranjeros, desahuciados,
solitarios, pobres y hambrientos de calor humano que mientras cantan, sueñan
con los ojos abiertos, porque soñar es gratis y a veces calienta los corazones.
Los
encontraréis en cualquier ciudad en cualquier parte del mundo, siempre y cuando
los busquéis, prometo que no están tan lejos. Quizá los tengáis viviendo en
vuestros portales.
Va por ellos,
por los que nunca veis, por los invisibles.
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