Conocer, conoceros, voy conociendo, cuando en realidad
quiero desconocer, desconoceros, e ir desconociendo, en plata, salir corriendo.
Llueven lágrimas en este desierto, donde no hace polvo el
camino que ando, porque desando sobre escarcha e hielo.
Esta ciudad engalanada de oro y grana, de luces y risas, de
sueños y amor, los ecos de otras nostalgias se disfrazan para la ocasión de
distintos ropajes que ha dejado olvidados el tiempo. Mientras, observo desde
esta ventana empañada el presente invierno.
Uno, catorce, veintinueve y quinientos sueños, expuestos e
indefensos ante las inclemencias de este cielo adverso.
Se suceden los días en este averno y mis ganas las recojo y
las guardo de nuevo. Mientras, y por una sola vez consigo lo que nadie ha
podido, de un breve suspiro congelo el tiempo.
Quiero y no puedo tocarte, siento rabia, me giro y no vuelvo
porque no puedo. Fracciono lo nuestro con un negro sobretodo puesto: observo, sopeso,
y no entiendo porque me niego.
Antagonista y falsa en continúa farsa, salto por espacios en
blanco, salto entre lápidas y silencios, consigo lo que nadie ha podido, de una
breve ilusión y un gran deseo, unir tierra y cielo por un miserable instante,
ese en el que cierro los ojos, y te abrazo con fuerza para sentirte de nuevo.
Mientras, engaño al mundo ocultando bajo este guardapolvo de
sonrisas fingidas, lo único que es cierto: no puedo dejarte marchar y sigo,
porque quiero, persiguiendo tu esencia.
Laura Mir
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