martes, 21 de enero de 2025

CAMBIO DE RUMBO

 



A veces hay que cambiar de rumbo por caminos escarpados, cuando te das cuenta de lo retorcidos que son. Pero tú pensabas, estabas convencidísimo de que eran los más correctos. Te paras y deliberas en rectificar porque te aceptas equivocado, también te resignas por el tiempo que has perdido dando vueltas y vueltas. No, no pasa nada, te dices, absolutamente nada; porque en el fondo te sabes sempiterno. En tu fuero interno ya habitan todas las carencias de opciones y te consuelas. Te reconfortas a ti mismo porque no tienes otra, sin embargo, mientras el giro acontece, se hace inevitable la conjugación de cada uno de esos compañeros de viaje a los que dejas atrás. 

 

 

Laura Mir                                                                                    


martes, 14 de enero de 2025

MELISA

 




Esta caja de cartón es bien extraña, se abre por abajo y por un lateral, por si la pones de pie o la prefieres tumbada. Supongo que va  en función al hueco libre del estante. Seguro que está diseñada por una mujer, ambas partes están troqueladas.

ADVERTENCIA, no meter la bolsita en el microondas. Sonrío.

La infusión no puede introducirse en el microondas, pero a mí, con tu infinito amor, aquella tarde y sin previo aviso, me metiste de cabeza en el MACROONDAS. La suerte es que te da vueltas en un mar lento que te calienta por dentro.

Es Melisa y pasiflora, sonrío menos porque voy atisbando mi destino.

Especifica: Meter la bolsita en la taza, añadir agua caliente y esperar de cinco a ocho minutos.

A pequeños sorbos porque quema, pienso en que esto, lo nuestro, lo tuyo y lo mío, iba de mujeres. Hace milenios que va sólo de mujeres.

De esas que aman mucho, y tienen hijos, para poder consentir a nietos. Nada de eso, MADRE, nada de eso.

Lo tienes y lo sacrificas, al tuyo y al mío, a la misma edad por el bien del mundo o de las serpientes, para el caso es lo mismo. No reprimo una lágrima.

Recuerdo que me dijiste:

—Niña amada, es por un bien mayor. No puedes negarte, a ello te debes.

Y allí mismo vertiste junto con la luz, todos los misterios.

La pasiflora, MADRE, es pasión y sufrimiento. Y a moco tendido porque duele, y ya no puedo contenerme, te pregunto:

—¿Dejarás que me despedacen por no desvelar tus secretos?

 

Laura Mir   

                                                                         

domingo, 5 de enero de 2025

EL SALTO





 

Durante milenios y a golpes de experiencias, fue cambiando el paradigma, los conceptos se transformaron, los de las gentes, los de los animales y los de las cosas. Fue sin apenas advertirlo. Era como estar tumbada, reposando con los ojos cerrados sobre la hierba, podía sentir los aromas que olfateaba, pero no podía definirlos, y con un gesto despreocupado, estiré los brazos y con las manos palpé la humedad del suelo, la de las anestesiadas simientes, la de los insignificantes guijarros y la de las musgosas cohesiones que enlazan de forma inexorable al ayer, al hoy y al mañana.

 

En un instante, o lo que pareció un instante, entreabrí los ojos y el espacio se inundó de azules, de muy diamantinos a otros muy confusos; semejantes a un atardecer entre los hielos de Islandia. Pude sentir el frío bajo los pies porque me imaginé inmersa entre aquellos témpanos de los insondables que llevamos dentro. Observé a los de fuera en sus titánicas luchas, sus fútiles esfuerzos y sus frustrados descontentos. Comparé sus guerras, las de antes y las de ahora, con las mías de siempre, todas sus iras voceadas a los vientos, frente a  todos y cada uno de mis sigilos, me parecían tan distantes, tan ajenas, tan faltas de fe... Por mucho que lo pretendí, fue imposible comprenderlas.

 

Advertí que algo muy profundo, viscoso y tenebroso se perdió en la última contienda. El alma dejó de doler, para doler el cuerpo. Cada articulación tenía independencia propia, era como si cada sínfisis me poseyera, una cada vez y en su conjunto al mismo tiempo. Fue muy raro, lo confieso. Aquello venido de muy lejos zarandeó mi cuerpo con ecos ensordecedores, centelleantes luminiscencias y un leve mareo. Salté al vacío en el último intento, y sin llegar al suelo, caí de rodillas encajando de un golpe las incoherencias humanas en el habitáculo reducido existente entre el cielo y el averno.

 

Cuando esto pasó me levanté con la certeza de que seguía viviendo porque respiraba, pero el oscuro metaverso que hasta ese momento y durante milenios me había y nos había sustentado, ya no, no me correspondía, por la sencilla razón de que mi esencia se había emancipado de la Tierra. Y ya no, ya no les pertenecía.

 

 

Laura Mir

 

 

*Neal Stephenson, en su novela Snow Crash de 1.992, definió por primera vez la palabra “metaverso”, en ella describía un mundo virtual en 3D al margen de la aparente realidad donde los protagonistas podían ser héroes dejando atrás por un rato sus insubstanciales vidas.

 

 


sábado, 4 de enero de 2025

LA DESPEDIDA



He despertado esta mañana con la extraña sensación de que todo ha perdido su sentido original, procura leer esto con calma para que no se disparen las alarmas, porque no es mi intención liarla.

 

Si me preguntas qué ha pasado, no sabría decirte. Simplemente ayer tuve un día que sin ser nada excepcional, fue fundamental, pero no porque pasara nada extraordinario, si no simplemente, porque careció de todo sentido, y el sinsentido mismo explosionó en un sentido más allá de cualquier impresión.

 

Lógicamente no pasamos las pruebas, al principio algo que ya sabíamos, pero que en mi interior no daba del todo por hecho, quizá fuese la esperanza que albergamos, la que me hacía verlo de otro modo. Ya sabes que la realidad tiene tres hermanas más, idénticas a excepción de un lunar, y que a veces se hace muy difícil discernirlas. Lamentablemente esta realidad está pasada de vueltas.

 

Las decisiones a tomar hoy, no pasan por ser o no vegetariana, coger la bicicleta en vez del bus o leer por fin el tocho literario que está aguantando la puerta de la galería para que el aire no la cierre dando un portazo y parta el cristal en mil pedazos. Son tan profundamente existenciales, que al mirarlas producen vértigo.

 

¿Te has sentido alguna vez así?... Imagino que sí, que te has visto sumergido en un lenguaje distinto, personal y solitario. No estoy hablando de comunicación, que para eso se precisa interactuar con otros.

 

Intenta por un momento para entenderme, separar a años luz de distancia ambos conceptos: lenguaje y sociedad. Entonces te darás cuenta de que estás en un planeta perdido fuera de esta galaxia, en otra totalmente desconocida, un poco más allá y hablando solo.

 

Así me siento y por insólito que pueda parecer, y con la destreza y rapidez que me caracteriza en hacerlas, voy con calma llenando las maletas.

 

Hace nueve meses, vamos, un embarazo; me dijiste que era lo mejor que me podía pasar, que llenaría mi agenda, mi mundo y mi tiempo. A mi modo, sin regla alguna, cosa que está muy bien y sería ideal, si no se hubiesen creado estos axiomas que me hacen buscar lógicos teoremas con los que resolver esta desconexión existencial.

 

Mucho ha llovido y demasiada hierba ha crecido, pero no la suficiente como para ocultarme de la vista de los habitáculos reducidos en los que vive el personal. Estructuras encapsuladas dentro de otras estructuras más reducidas, falsamente aisladas, retraídas, egoístas y arteramente manipuladas.

 

Ante tanta degradación y cansada de deambular por diferentes esferas intentando desconocer por puro hastío con la esperanza de encontrar una emisión distinta y sin mayor fortuna; hemisferios basculantes, enfermos e ignorantes me rodean.

 

Pero aquí sigo, afirmando lo inadmisible, soportando como belleza la más absurda hipocresía, sosteniendo a los muertos como si estuvieran vivos e intentando por todos los medios obtener cierta psicopatía para que pueda aceptar a los que con tantos esfuerzos, se emplean para ser opuestos cargados de bobería, mientras en sus escuetas lucubraciones sólo consiguen y no siempre, mojar su ropa interior.


Cuestiones, cuestiones y más cuestiones, porque no hay dos dedos de frente que pueda soportarlo y porque el cuento ha cambiado por completo su sentido original… Ruego aceptes esta despedida.

 

 

Laura Mir