lunes, 19 de enero de 2015

Una noche para recordar




Recuerdos de un sueño.

En ese estado hipnótico mi mente no paraba de pensar y me di cuenta de que
mañana, posiblemente no estuvieras, que lo único que quedaría eran las imaginaciones en manchas de carmín y suaves aromas sobre las arrugadas sábanas. Habrías desaparecido, llevándote contigo los rastros de tu piel, sin dejar siquiera una nota, para no cambiar.

Pero por el presente, tu mirada roza mi alma, sin querer me ahogo en su verde mar y mi cuerpo cuasi vacío, acaba descansando sobre tus labios rojos de coral. Las mareas quieren llevarme de un lado para el otro, pero me resisto a sus embestidas, no quiero dejar tu boca ni su dulce abrazo.

Me gusta cuando tu pelo me acaricia la piel, suaves olas de sensaciones me recorren y me trastornan, llevándome a mundos desconocidos que estoy loco por recorrer y explorar. Sigo la curva de tu cadera con el dedo, mientras te susurro al oído lo que deseo que hagas para mí y lo que puedo llegar a hacer por ti a poco que te prestes.

Tus suspiros me hablan de lugares lejanos bañados por los gemidos de los amantes, te sigo por ellos, encadenado, sometido, expectante y perdido. Amarrado a pesar de mí, a tu placer y a tu voluntad.

Ya no me importa lo que pueda pasar mañana, solo sigo tus andares por la vereda que nos conduce a la dulce locura de los sentidos, a la pérdida o al reencuentro de la vida. Nunca sé muy bien donde acaba una y empieza la otra, debo decir que tampoco me importa mucho, solo tengo sentidos para ti, mientras mi lengua recorre el hueco de tu espalda.

Sudor salado y caliente que reavivan los fuegos de mi imaginación, mi cabeza sobre tu pecho, los pezones duros y erectos al alcance de mi boca, mis manos perdidas en recovecos llenos de promesas y de delicias. Mientras me hablas de los amantes que nunca se encuentran aunque duerman en la misma cama. Me hace gracia, no sé ni cómo te llamas ni de dónde vienes.

Lo recordaré todo de ti, tu mirada excitada y tu respiración agitada en el ascensor, mientras mi mano se perdía bajo tu falda, tu manera de decirme al oído que querías ser amada como fuera, los largos besos húmedos, cuyo recuerdo me atormentaran en mis noches de soledad. Tus manos suaves y firmes llevándome al paroxismo sin dejar de mirarme a los ojos, sonriendo con  tus labios rojos enseñando un poco la punta de tu lengua.

Pegado a tu espalda mientras acaricio tu cuello y tu vientre,  tu cuerpo me  llama y me alienta a seguirle por un pasillo que solo conduce a mi alcoba y a la desnudez de los amantes. No recuerdo como he llegado hasta aquí, no sé porque estás subida encima de mí, solo sé que me olvido, y que siento que podría estar a tu merced hasta el fin de los tiempos.

La hora mágica se está acabando y despertaré, otra vez solo en mi lecho con tu sabor aún en mí boca, me costará creer que solo has sido un sueño. Sábanas impregnadas de recuerdos, perfume sutil flotando en el aire y como siempre, ni tan siquiera esa nota.

Has aparecido con la luna y te has ido con la aurora, desconocida de mis sueños, aquí estaré esperando tu vuelta.


Benjamín J.Green


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