Recuerdos
de un sueño.
En ese estado hipnótico
mi mente no paraba de pensar y me di cuenta de
que
mañana,
posiblemente no estuvieras, que lo único que quedaría eran las imaginaciones en
manchas de carmín y suaves aromas sobre las arrugadas sábanas. Habrías
desaparecido, llevándote contigo los rastros de tu piel, sin dejar siquiera una
nota, para no cambiar.
Pero
por el presente, tu mirada roza mi alma, sin querer me ahogo en su verde mar y
mi cuerpo cuasi vacío, acaba descansando sobre tus labios rojos de coral. Las
mareas quieren llevarme de un lado para el otro, pero me resisto a sus
embestidas, no quiero dejar tu boca ni su dulce abrazo.
Me
gusta cuando tu pelo me acaricia la piel, suaves olas de sensaciones me
recorren y me trastornan, llevándome a mundos desconocidos que estoy loco por
recorrer y explorar. Sigo la curva de tu cadera con el dedo, mientras te
susurro al oído lo que deseo que hagas para mí y lo que puedo llegar a hacer
por ti a poco que te prestes.
Tus
suspiros me hablan de lugares lejanos bañados por los gemidos de los amantes,
te sigo por ellos, encadenado, sometido, expectante y perdido. Amarrado a pesar
de mí, a tu placer y a tu voluntad.
Ya
no me importa lo que pueda pasar mañana, solo sigo tus andares por la vereda
que nos conduce a la dulce locura de los sentidos, a la pérdida o al
reencuentro de la vida. Nunca sé muy bien donde acaba una y empieza la otra,
debo decir que tampoco me importa mucho, solo tengo sentidos para ti, mientras mi
lengua recorre el hueco de tu espalda.
Sudor
salado y caliente que reavivan los fuegos de mi imaginación, mi cabeza sobre tu
pecho, los pezones duros y erectos al alcance de mi boca, mis manos perdidas en
recovecos llenos de promesas y de delicias. Mientras me hablas de los amantes
que nunca se encuentran aunque duerman en la misma cama. Me hace gracia, no sé
ni cómo te llamas ni de dónde vienes.
Lo
recordaré todo de ti, tu mirada excitada y tu respiración agitada en el
ascensor, mientras mi mano se perdía bajo tu falda, tu manera de decirme al
oído que querías ser amada como fuera, los largos besos húmedos, cuyo recuerdo
me atormentaran en mis noches de soledad. Tus manos suaves y firmes llevándome
al paroxismo sin dejar de mirarme a los ojos, sonriendo con tus labios rojos enseñando un poco la punta
de tu lengua.
Pegado
a tu espalda mientras acaricio tu cuello y tu vientre, tu cuerpo me
llama y me alienta a seguirle por un pasillo que solo conduce a mi alcoba
y a la desnudez de los amantes. No recuerdo como he llegado hasta aquí, no sé
porque estás subida encima de mí, solo sé que me olvido, y que siento que
podría estar a tu merced hasta el fin de los tiempos.
La
hora mágica se está acabando y despertaré, otra vez solo en mi lecho con tu sabor
aún en mí boca, me costará creer que solo has sido un sueño. Sábanas
impregnadas de recuerdos, perfume sutil flotando en el aire y como siempre, ni
tan siquiera esa nota.
Has
aparecido con la luna y te has ido con la aurora, desconocida de mis sueños,
aquí estaré esperando tu vuelta.
Benjamín
J.Green
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