martes, 24 de febrero de 2015

Una sencilla respuesta



— ¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?

Grita el individuo a los vientos que arrastran su navío de un lado a otro, sin que sepa muy bien a qué puerto o qué abismo le llevará está loca carrera sin sentido. Desde esta parte de la frontera que media entre los sueños y los fracasos, vive un hombre que nunca sabe muy bien en qué parte se encuentra, si en la zona buena o en la zona mala.

— ¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?

Grita el amor desgañitado a las brisas heladas de los olvidos, ayer yaciendo en su seno y hoy, carne putrefacta pasto de los buitres negros de la indiferencia. Nacido de una mirada, crecido por una caricia y asesinado por un sueño ajeno que nada ha aprendido. Desterrado amor que vaga por el ancho mundo de una memoria arrinconada, yendo de sombra en sombra huyendo de la luz como un oscuro secreto, mientras cava abismos internos con sus ficticias carencias.

— ¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?

Grita la mujer ante siglos de explotación, de esclavitud, de incomprensión, de miedo al poder de sus abrazos, a la luz que llevan consigo a este injusto mundo de hombres embrutecidos, ciegos y absurdos. Existencias ajenas a la sabia inteligencia de la razón elemental, de belleza, de amor, de futuro y de los suaves suspiros que deja tras de sí la ternura de estas dadoras de vida. Temen unos, temen otros y, temen ambos.

— ¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?

Grita la razón a un mundo desprovisto de ella, donde la demencia, la codicia, las ansias de poder y la falta de justicia, se disfrazan con sagradas vestimentas y bellas liturgias, mientras ofrecen humo celestial. Cuántos cementerios repletos de cadáveres inocentes, provocados por las creencias de unos y otros; creencias de dominio, basadas irónicamente en el amor, la comprensión, el respeto y la misericordia, ahogando en sangre hermana al verdadero fin humano.

— ¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?

Grita la multitud de hambrientos, exiliados, excluidos, ancianos abandonados, niños esclavos, mujeres maltratadas…  todos ellos olvidados por el mundo y la gente que reside en él. Tristes fantasmas inconscientes que vagan por los pasillos de una vida que nunca será en realidad una existencia propia. Sin pasado, sin presente, sin futuro, invisibles sombras doloridas y exhaustas que simplemente, deambulan.

— ¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?

Grita un mundo a sus hacedores mientras agoniza lentamente infectado por ese terrible cáncer llamado Homo Sapiens, viendo como sus criaturas se extinguen unas tras otras, devoradas por una maldita metástasis que no para de desarrollarse por doquier. Ya poco queda del azul de sus cielos, de su aire puro y sus aguas cristalinas. Una tierra violada es el resultado, sí, sí, violada, arrasada y moribunda, que solo espera un final que tarda demasiado en llegar.

— ¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?...

Me devano los sesos y solo obtengo una sencilla respuesta a todas las versiones que soy capaz de darle a la misma pregunta:

… El delito cometido es el de haber nacido hermano.


Ismael Mir


* Este relato participa en el juego FRASELETREANDO de la comunidad ALMAS DE BIBLIOTECAS Y CINES CON LA FRASE DE Calderón de la Barca: “Qué delito cometí contra vosotros naciendo”. 


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