Se casó con
Él porque lo amaba con locura, sin percatarse de que formaban una extraña
pareja de tres.
Con los años
se dio cuenta de que Él era el único que sabía de sus necesidades, lo cuidaba
con demasiado esmero; pasaba las horas limpiándolo minuciosamente, engrasándolo
y ajustándolo con infinita paciencia.
Cada
atardecer le daba cuerda y ajustaba esos instantes de retraso en las saetas, y
ella siempre pensaba para sí: “Lo cuida más que a mí”.
Él cayó
enfermo y a medida que Él perdía fuerzas, el reloj heredado de su padre, languidecía.
Pero se recuperó el tiempo justo para arreglarlo, y éste agradecido le ofrecía
un tictac más efusivo y alegre. Entonces comprendió que el alma y la vida de su
marido estaban ligadas de algún modo a esa maquinaría.
Poco tiempo
después, Él recayó y no volvió a recuperarse, la enfermedad era mala y acabó
por llevárselo.
El carrillón como si se fuera con Él, dejó de marcar las horas y los cuartos, ya ni siquiera oía su persistente ritmo.
Toda esa
paz, calma y lentitud marcaban ahora su vida, hasta el punto de que fue incapaz
de discernir el día de la noche, la mañana de la tarde y las horas de los
minutos. Todo era igual de irreal como al principio, pero sin Él.
Deambulaba
por el salón todo el tiempo y en algún momento de lucidez, con sigilo se
aproximaba por detrás, con la esperanza de que su marido todavía estuviese
trasteando en su interior para sorprenderlo, mientras se decía: “Para todos los
males, hay dos remedios: el tiempo y el silencio”.
Cuando
comprobaba que Él no estaba, decepcionada porque Él y el tiempo la habían
abandonado, volvía de nuevo a su otra realidad cubierta por entero de
irrealidad y de silencio.
Beni
Bonito relato Beni. Me alegra que estés escribiendo.
ResponderEliminarSi era una frase muy sugerente, y le he dado forma.
EliminarMe ha gustado mucho este relato Beni, curiosa relación con un reloj de por medio, lo he leído con gran placer.
ResponderEliminarUn saludo y un feliz fin de semana.
Gracias Benjamin me halaga tu opinion.
EliminarUn buen relato, con sensibilidad, ordenado y elegante. Felicidades. Un gran abrazo hermosa y disfruta de un bonito fin de semana.
ResponderEliminar«Sin entrar en valoraciones literarias, he de decir que a santo de qué aparece con mayúsculas él. Espero que si me respondes, no trates de convencerme diciendo que es con intención enfática».
EliminarÉl es el nombre del marido, muchas gracias por la agudeza, me alegra que te haya gustado el relato. Un beso y feliz fin de semana.
EliminarPido disculpas por mi anterior comentario, soy un poco duro de mollera y no me había percatado de que en este escrito Él se corresponde con el nombre del personaje y no del pronombre tal y como había interpretado.
EliminarUn bonito y curioso relato. Un reloj que marca no solo el tiempo, sino también la relación matrimonial.
ResponderEliminarAbrazos :)
Me alegra que te guste, si te fijas es la primera frase la que marca todo el relato. Muchas gracias por leer y comentar. Un beso y feliz domingo.
EliminarUn reloj que depende del hombre o el hombre del reloj. Si se detiene la máquina muere el hombre, y si se muere el hombre se detiene el tiempo
ResponderEliminarEstupendo!!!
Un abrazo.
Genial reflexion.
ResponderEliminarMe ha encantado Gracias por compartir Laura. Un saludo
ResponderEliminarUn hermoso relato que casi nos hace sentir el paso del tiempo sobre la piel a ritmo de tic-tac. Original e impecablemente narrado. Me ha gustado mucho :)
ResponderEliminarUn abrazo!
Me encanta la magia que, algunas veces, poseen los objetos y me fascina que lo describas de esta forma tan genial Besitos
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