lunes, 25 de mayo de 2015

Pasaje a K-Pax - Laura Mir y Jaime Ros - Premio a dúo Fraseletreando






La vida tiene estos descaros de mala suerte. Corro, caigo, y sin poder ni sacudir la ropa, sigo corriendo para llegar al tren que me llevará a la pasión de la Semana Santa. De verdad, quería unas tapas, unas saetas y un par de finos y una fina que se deje beber. Dos minutos más, y pierdo el tren. Podía haberlo perdido en lugar de haber encontrado el castigo.

Aquellas noches vuelven inevitablemente a mi memoria. Vuelven, a la hora de que la sábana cubre mi cuerpo. Necesito volar, despejar y airear mi propia alma. Fue un error que se guardó como la llave bajo el felpudo. Llegué tarde a la relación, cuando tuve que haberlo hecho mucho antes. Ahora un simple billete me llevará lejos de aquí, cerca del sol del sur, que me aleje de este frío que trae este mes de marzo.

Lo echo tanto de menos, cuando me meto en la cama es como si me faltara el aire, necesito sentir su cuerpo a mi lado, su peso sobre el mullido colchón, su respiración, su calor… este frío no hay edredón que lo quite. Incluso la perra lo echa de menos, lo busca, husmea y sólo encuentra su vacío. No comprendo cómo pude dejar que la relación se deteriorara tanto. Ahora no puedo pensar en ello, tengo que ir a solucionar un tema personal a Sevilla, increíble en plenas fiestas, con lo poco que me gustan las saetas, las procesiones y el gentío.

Espero que la compañía de asiento se vista de corto y apretado, que tenga sabor a nueva oportunidad, a nuevo inicio, un nuevo aliento que se ahogue mientras deje de exhalarse el antiguo. La maleta es liviana como lo fueron mis razones. Pero son sólo unas horas de viaje, contando traqueteos que suman metros de lejanía.

Pero no hubo ningún sabor a nueva oportunidad en el asiento de al lado. Vino el regusto de lo perdido, de lo que se dejó de ganar, de aquello que se dejó de sentir, para que las entrañas voltearan en el interior de su abdomen.

Tenía pensado que mi viaje fuera placentero, ya saben, un buen libro y un humeante café, necesitaba relajarme, pero no, tuve que encontrarme con él en el asiento de al lado. Tan alto, con esas piernas que estorban en todos sitios, y encima, no me tocó ventanilla, lo veía muy incómodo y con demasiadas reticencias.

— Al margen de nuestras diferencias y habiendo cariño por ti, te cedo el sitio.

— Gracias, para ti es más fácil, porque eres pequeña. Pero para mí siempre fue más difícil, ni encontré el lugar en la cama. Tuviste que meterte tú para probarla.

 — El problema fue del colchón, te dije que de dos metros.

— Dicen que para todos los males, hay dos remedios: el tiempo y el silencio, pero por lo visto a nosotros no nos funciona, seguimos igual cuando nos vemos.

— Pues no sé de qué tiempo hablas. No se dejó que pasase. Ni sé de qué silencio, si tengo aborrecido el sonido del móvil. Lo cambio tres veces al día, para pensar que siempre le suena a otra persona. Pero la dichosa luz, parpadea y parpadea. Y mira que al principio pensé que me sacarías de este planeta para llevarme a K-Pax.

— El problema es que no me escribiste la carta.

— Te escribí cientos de ellas mientras duró lo nuestro. Las dejaba acostadas en la cabecera de la cama, donde dormitaban los cabellos que te iban abandonando.

— ¿Donde la perra iba a dormir mientras trabajábamos?

— Sí.

—  Se las debió de comer todas.

— Resulta que el amor murió entre dentelladas caninas. Culpa del muerto, typical spanish.

— Será tu amor porque el mío sigue siendo el mismo.

Al decir esto, sus miradas se cruzaron, se sostuvieron y comprendieron que nada había muerto entre ellos, sólo las cartas para ir a K-Pax, viéndose sin posibilidad de realizar un viaje interplanetario, decidieron irse juntos tras el Santo Cristo y que fuera lo que este señor en taparrabos quisiera.



Laura Mir y Jaime Ros











6 comentarios:

  1. Muchas gracias David, me alegra que te haya gustado y espero que te encuentres mejor de todo. Un gran abrazo y te deseo un maravilloso fin de semana.

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  2. Me ha gustado mucho este divertido relato Laura y Jaime, mira que echarle la culpa a la pobre perra, ya veréis lo que os dice el tipo este del taparrabos. Un magnífico trabajo que he leído con gran placer.
    Un saludo y un feliz fin de semana.

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  3. Un relato muy ameno, entre ellos la perra, jeje. Divertido.
    Besos.

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  4. Muy curioso el sentido del humor que tiene la vida, valiéndose de las casualidades para conceder segundas oportunidades. Curioso y entretenido relato, enhorabuena a los dos autores!! :)

    Un abrazo de lunes.

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  5. Os quedó genial, no me extraña que ganase el concurso, jeje. Un final feliz como el señor en taparrabos manda, jeje. Comparto gustosa, querida Laura, y mis felicitaciones para ambos.

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