Escribo a tus mañanas y a tus
noches. Escribo en esas horas extrañas en que no son ni una cosa ni la otra, es
cuando puedo dejar que mi pluma vuele libre, para que pueda dibujar con su
magia los contornos de esa piel que, aún no he podido tatuar con mis palabras
trenzada entre los mechones de emociones y de pensamientos que me embargan.
Dejo que el viento que nace
de tus suspiros entren por mi ventana y me lleven de un lugar a otro, donde
bebo siempre sediento de las aguas claras y frescas de los mundos que regalas,
impregnándome de los aromas, admirando esos colores que no existen más que en tu
imaginación vestida de sueños.
Mientras me queden fuerzas
seguiré las sendas que pasan delante de todas tus edades, entraré y saldré de
las vidas de los que de alguna manera comparten tantos viajes contigo. Creeré
que las mañanas han sido pintadas en tus cielos para mí, mientras me paseo por
entre las nubes, jugando al escondite con los futuros que están por venir,
sobre todo aquellos que nos requieren entre risas y gritos.
Mientras mis ojos registran
los horizontes buscando las puertas que llevan un poco más allá, mi ansia por
creer que lo imposible existe. Solo tengo que dejarme llevar e inventar
palabras que nos conducirán donde nunca nadie ha estado jamás, porque en la profundidad del invierno,
finalmente, aprendí que dentro de mí yace un verano invencible.
Erradicada la oscuridad que
planeaba sobre mis pesadillas de antaño, miro cara a cara al destino, sostengo
la mirada y le obligo a llevarme por donde yo quiero, indiferente a sus
protestas y pataleos.
Sé que ese día llegará, y
será él, el que ría el último, pero me da igual, porque ese día ya habrá dejado
de importarme, cuando me recubran los seis palmos reglamentarios y tenga la
boca llena de tierra, nadie oirá ya, lo que tenga que decir.
Así que sordo a sus quejas,
lo arrastro, empujo y tiro por la senda que he elegido, donde los tiempos que
están por nacer de tus sueños, me esperan con una cálida bienvenida en la voz y
un lugar acogedor en tu memoria. Ese es el destino que quiero para mí, acompañados
de alguna manera, de todo lo que anhelo.
Puede que no todo vaya como
desees o sueñes, pues la perfección no existe en los corazones humanos, aunque las
intenciones si lo sean. Solo será cuestión de capear el temporal con una
canción a la mañana que está por llegar y con una sonrisa de tus labios.
Pasearé a tu lado, escuchando
los sonidos del mundo y mirando la vida a través de este presente que hoy solo
pasa a través de ti, me aferraré con uñas y dientes a tus sentimientos, bailaré
sobre los fuegos del infierno de los mediocres, sin que estos puedan ni
siquiera tener la posibilidad de tocarme.
Planearé sobre las llanuras
estériles del fanatismo y de la sinrazón, cogido de tu mano, mientras nacen los
poemas y mueren los tiempos oscuros de un pasado casi olvidado.
Ahora, solo deseo mirar al
mundo a través de tus azulados ojos, porque quiero despertar cada mañana al lado
de alguien que aún conserva su alma.
Benjamín J. Green
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