lunes, 23 de marzo de 2015

Mundo azulado




Escribo a tus mañanas y a tus noches. Escribo en esas horas extrañas en que no son ni una cosa ni la otra, es cuando puedo dejar que mi pluma vuele libre, para que pueda dibujar con su magia los contornos de esa piel que, aún no he podido tatuar con mis palabras trenzada entre los mechones de emociones y de pensamientos que me embargan.

Dejo que el viento que nace de tus suspiros entren por mi ventana y me lleven de un lugar a otro, donde bebo siempre sediento de las aguas claras y frescas de los mundos que regalas, impregnándome de los aromas, admirando esos colores que no existen más que en tu imaginación vestida de sueños.

Mientras me queden fuerzas seguiré las sendas que pasan delante de todas tus edades, entraré y saldré de las vidas de los que de alguna manera comparten tantos viajes contigo. Creeré que las mañanas han sido pintadas en tus cielos para mí, mientras me paseo por entre las nubes, jugando al escondite con los futuros que están por venir, sobre todo aquellos que nos requieren entre risas y gritos.

Mientras mis ojos registran los horizontes buscando las puertas que llevan un poco más allá, mi ansia por creer que lo imposible existe. Solo tengo que dejarme llevar e inventar palabras que nos conducirán donde nunca nadie ha estado jamás, porque en la profundidad del invierno, finalmente, aprendí que dentro de mí yace un verano invencible.

Erradicada la oscuridad que planeaba sobre mis pesadillas de antaño, miro cara a cara al destino, sostengo la mirada y le obligo a llevarme por donde yo quiero, indiferente a sus protestas y pataleos.

Sé que ese día llegará, y será él, el que ría el último, pero me da igual, porque ese día ya habrá dejado de importarme, cuando me recubran los seis palmos reglamentarios y tenga la boca llena de tierra, nadie oirá ya, lo que tenga que decir.

Así que sordo a sus quejas, lo arrastro, empujo y tiro por la senda que he elegido, donde los tiempos que están por nacer de tus sueños, me esperan con una cálida bienvenida en la voz y un lugar acogedor en tu memoria. Ese es el destino que quiero para mí, acompañados de alguna manera, de todo lo que anhelo.

Puede que no todo vaya como desees o sueñes, pues la perfección no existe en los corazones humanos, aunque las intenciones si lo sean. Solo será cuestión de capear el temporal con una canción a la mañana que está por llegar y con una sonrisa de tus labios.

Pasearé a tu lado, escuchando los sonidos del mundo y mirando la vida a través de este presente que hoy solo pasa a través de ti, me aferraré con uñas y dientes a tus sentimientos, bailaré sobre los fuegos del infierno de los mediocres, sin que estos puedan ni siquiera tener la posibilidad de tocarme.

Planearé sobre las llanuras estériles del fanatismo y de la sinrazón, cogido de tu mano, mientras nacen los poemas y mueren los tiempos oscuros de un pasado casi olvidado.

Ahora, solo deseo mirar al mundo a través de tus azulados ojos, porque quiero despertar cada mañana al lado de alguien que aún conserva su alma.



Benjamín J. Green


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