Ayer fue un día de cidrales apoteósicos, no quiero
decir sidrales, quiero decir cidrales, campos plantados de cidros, árboles cuyo
fruto es la cidra, un poco mayor que una naranja y parecido al limón, muy
utilizada para hacer confituras y medicinas. No, no es que
me esté yendo del tema, es que tiene mucho que ver con el día de hoy. Por la
calidad de digestión en su estado natural.
La palabra del día es: NO, algo que no sabía decir y que por
cuestiones de agenda y alguna cosa más que no entro en detallar, me
veo obligada a repetir hasta la saciedad, la cidra empezó a soltar su acidez
sobre mí.
Ayer me sentí acosada, en el amplio sentido de la palabra, el
móvil no paraba de sonar, el fijo tampoco… hasta últimas horas de la
noche fue una constante sin variación. Incluso hablé con personas que hace
meses que pensaban que habían muerto por voluntad propia, pero sin duda, me
equivoqué. Todos querían algo de mí, que en estos momentos no estoy
dispuesta a dar, porque aunque parezca mentira, y después de muchos derroteros,
tengo las cosas mucho más claras.
El último trimestre del año pasado, como sabes, estuve ingresada
en una habitación, encerrada con llave y sin nada, sin sillas, mesas, bolso,
cinturón… nada. Ni siquiera un simple pañuelo de papel que pudiera obturar mi
garganta.
A nadie de toda esta gente, sabiéndolo, se le ocurrió llamar a
mi casa para preguntar cómo iba. La sensación de soledad era inmensa, el vacío
cuando miraba a las cámaras que me observaban, era estremecedor, pero lo bueno
es que sobreviví. Tomé una pastilla azul, que no consta
en el informe, a los pocos minutos todo empezó a girar y lo vivido comenzó a
transcurrir como en una película. Una sensación extraña, pero que me ayudó a
entender y encajar muchas de las situaciones que deambulaban por mi memoria,
por lo que pudo haber sido y no fue, o porque no actúe
de la mejor manera posible, o por... qué se yo; lo muerto, muerto está.
El lunes y el martes pasado, tuve sendos ataques de ansiedad, y
aún así, decidí que llevaba más de un mes enganchada a las pastillas para
tranquilizar a caballos y me comí el “mono” y el dedo pulgar derecho, que me
quedó destrozado, pero lo conseguí.
El caso es que hoy estoy mucho mejor, y ha llegado el momento de
decir NO, de
cerrar puertas y de dejar que el universo siga girando y expandiéndose a su
ritmo, él al suyo y yo al mío, eso sí, con un poquito más de conciencia por
experiencia y con la pérdida total de confianza en el ser humano. Todos somos
culpables hasta que se demuestre lo contrario, o era al revés, NO, es así, somos muy, pero que
muy… egoístas.
Ayer con la última persona que hablé, un bálsamo para mí,
hablamos de que el universo le ha dado por conspirar contra mí, y que era el
momento, de ir dejando atrás todas aquellas cosas que me hacían sentir mal. La
garganta me dolía, la tenía inflamada porque tenía atravesados unos cuantos “NOES”.
Cuando me he levantado esta mañana, como hago siempre, le doy al
ON del ordenador y me voy a por mí café con mermelada de cidra. Lisy III, una
de mis gatas, tiene la manía de pisar el teclado, mover el ratón y lamer el
teléfono, quiero creer que ha sido ella. Me he encontrado que esta
representación que te adjunto, estaba pasando por mi pantalla, no la recuerdo,
ni sé cómo ha llegado al escritorio; como una señal inequívoca de que estoy en
lo correcto, y de que es el momento de decir algún que otro, NO. Y con la seguridad de que esa
fuerza superior que todo lo une, llámala como gustes, me estaba indicando lo
correcto de mi decisión.
He perdido en poco tiempo a dos buenos amigos, se me fueron de
las manos al amanecer, decidieron que sus vidas no tenían
sentido y marcharon. Mi cerebro no lo aceptó, no capté sus
señales… me he sentido tan desgraciadamente responsable, qué es NO, SE ACABÓ… cada uno es dueño y
señor de su destino. Y si no quieres cambiar el invierno en primavera, es tu
problema, para nada, lo hagas mío.
Lisy III, como yo, es muy curioso, ella también sobrevivió al
abandono.
Estoy convencida de que la vida o el azar, no va a
darme una cuarta oportunidad, por tanto te envío este mensaje por si te
puede ayudar a cerrar puertas de estancias vacías y abrir otras, de salones
llenos de oportunidades que merezcan ser vividas plenamente, tomando las
decisiones correctas para crear nuestros destinos por una sola causa, la
nuestra, la propia, la de cada uno.
Torcuato Luca de Tena escribió que Dios escribe recto en
renglones torcidos, yo fui uno de esos renglones retorcidos, donde estoy
intentado escribir una trayectoria de vida, la que me queda, con cierta
rectitud y dignidad, que mi trabajo me cuesta.
Anónimo
Eres muy valiente. Realmente hay momentos en la vida en que tenemos que decidir cerrar puertas. Me alegro de que hayas querido cambiar a tu invierno en primavera. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarDe casi todos los que me rodean es sabido que me gusta la soledad y el silencio, poseedora de un carácter sensible y melancólico, siempre camino por el borde de la cornisa, donde un paso en falso me llevaría al vacío, a la oscuridad, al círculo cerrado y angosto de los pensamientos que conllevan al suicidio.
ResponderEliminarDemasiadas lunas o ninguna, porque he perdido la cuenta o porque ya no importan, han pasado cruzando el cielo desde el primero hasta el último, del que tan solo hace unos días; me hierven las lágrimas en los ojos de tanto contenerlas. Los que me abrigan con tanto cariño, no se merecen más de este sufrimiento, por los que en muchos momentos, cuando llaman, simplemente no estoy.
Pero no todos los que deciden acabar con su vida son culpables en sí mismos, ni son cobardes, ni lo hacen por fastidiar, como algunos creen, con esa capacidad de juzgar que se toman, hablan y critican porque en realidad no saben más; siento lástima por lo ignorantes que son.
Hay culpables a la sombra, asesinos indirectos que la justicia nunca condena, esas personas que te llevan por su manera de actuar a la desesperación y a la locura, fuera de los límites naturales de aceptación. A esos que encima de ser responsables los consideran merecedores de compasión por la pérdida sufrida.
Creemos que vivimos dentro de una campana, que somos autónomos, y solos. Dentro de esa oscuridad que nos autoinflingimos, queremos creer que podemos ser sólo sombra para lo que nos rodea.
ResponderEliminarA quién menos te imaginas, te conviertes en luz.
Lo malo, es que no conocemos donde guardamos el interruptor, que nos convierte de oscuridad en luz. Pero sigo pensando que existe mucha luz
En la vida hay momentos buenos y malos pero vale la pena vivirla. Muchos ánimos. Todo pasa.
ResponderEliminarNo tengo mucho más que añadir a estos comentarios, simplemente desearte suerte y ojalá está palabras sirvan para ayudar a otros.
ResponderEliminarQuedamos muy agradecidos por darnos la oportunidad de publicar tu historia.
Un fuerte abrazo.
Entiendo que el sufrimiento insoportable nos lleve a terminar con todo para librarnos de él, tal vez pensar en la persona que más nos quiere y apoya y el alejamiento de quienes nos maltratan psicológicamente, nos libere de este pensamiento.
ResponderEliminarÁnimo, aunque no te lo parezca ahora, la vida tiene cosas hermosas que mereces disfrutar.
teresa