En aquellos momentos simplemente no se me ocurrió. La tarde
primaveral transcurría tranquila. A lo
lejos, en el horizonte, se vislumbraban trazos de nubes, cúmulos níveos
parecidos al algodón.
La lectura del libro me resultaba bastante monótona, “La
Casa de las Cenizas”… Los ojos absorbidos por el aburrimiento y el constante
atropello de letras, se me cerraban, el tedio me vencía.
La mena ferrosa y oscura, seguía oculta en el fondo de la
mina, mientras paseaba por mis sueños con descaro una máscara dorada. Su
silencio no me engañaba, no podía; quizás podía engañar al mundo, pero en la
solapa de su portafolio colgaba la etiqueta brillante e inmaculada de:
“CALLADA”, anunciando con descaro el renombre comercial del peletero.
Miraban sin verme, la tercera persona del singular y
completamente anónima, oculta a los ojos que no quieren ver, convirtiéndose con
el tiempo en un plural indefinido sito en algún lugar de la memoria junto con
otros matices lejanos de existencia.
Miraban a su alrededor sin verse, se miraban mutuamente sin
vislumbrar la realidad.
Observaba el biplaza de nueva y oscura tapicería en medio
del salón; la chimenea vacía, la leña quemada había producido demasiado polvo
de ceniza. Desparramada por doquier y en desconcierto, se acumulaba rodeándolo
todo en continua amenaza de cubrir por completo la estancia.
Más allá de la ventana, un flamante jardín. Lo crucé sin
prisas, pisando la hierba y saboreando los aromas de mandrágoras portados por
la brisa hasta el dintel, tras de mí un sepulcral silencio; ni lo pensé, cerré
la puerta.
Desperté aliviada de este sueño lúcido con una sonrisa, y a
mis pies, cerrado y casi oculto se encontraba en reposo para ser leído “La Casa de las Cenizas”, mientras el reloj
de arena en inexorable descenso marcaba sin prisas pero sin pausas durante
aquel ocaso, un transcurrir lento y exento de melodía; en definitiva, sólo unas
cuantas horas para dar testimonio de una determinada e innecesaria legalidad a
lo insostenible y efímero de una vulgar e ilusoria excusa.
Me ha parecido un texto poco accesible al lector común. Un texto difícil de leer, ¿era tu intención que fuera críptico? ¿En tal caso, te atreverías a aclararnos el mensaje final? Muchas gracias y feliz día.
ResponderEliminarBueno todo no iba a ser tan fácil, es un sueño, ahora dime ¿Qué sueño no es críptico, enigmático y difícil de interpretar?... Es una vivencia personal de mucho estrés y una respuesta del inconsciente en forma de sueño. Espero haberte aclarado algo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, pasa un buen día.
Un saludo.
Es evidente que una experiencia de ese tipo se puede traslucir fácilmente en palabras crípticas. Muchas gracias por tu celeridad en la contestarme. Sin duda, ha sido esclarecedor. Un saludo.
ResponderEliminarLo críptico de lo onírico. Inquitante texto. Lo abstracto, muchas veces, puede ser bello.
ResponderEliminarHola Laura, me ha gustado mucho este sueño, hecho relato,
ResponderEliminar¿Quien a dicho que un sueño, deba tener una sola respuesta o
interpretación?
Me gusta el misterio y lo inquietante que no tiene final.
Un trabajo que te obliga a pensar y a elegir.
He leído este texto con gran placer.
Un saludo.
Benjamín
Muchas gracias por vuestros comentarios ayudan a seguir escribiendo. Un fuerte abrazo.
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