El viento ulula salvaje, suena a aullido, en la oscuridad
del bosque, entre matorrales y en silencio, oculta su delirio y su sed. La
bestia, ya por dos noches seguidas bajo el cielo raso y la luna llena; tiene
los ojos inyectados en sangre. Un leve crujido a su izquierda llama su
atención, fija su mirada, con todos los músculos de su cuerpo tensos, los
latidos de su corazón, cada vez resuenan con más fuerza en sus oídos, su pulso se
acelera, su vista se agudiza. Está observando a una joven muchacha que se apura
por llegar a su destino, antes de que sea demasiado oscuro. Ni siquiera lo
piensa, el instinto puede más que él; la acecha, se acerca sigiloso, se agacha
sobre sus patas para tomar impulso y salta sobre su presa atacándola.
En pleno salto se opera la transformación y ataca la carne
nívea del cuello clavándole los dientes, pero justo en aquel instante, ruidos
de disparos suenan en el bosque, lo que le hace desistir, la suelta y huye
despavorido. Dejando en el suelo inconsciente y sangrante a la criatura.
A la mañana siguiente con las primeras gotas del rocío, la
muchacha se despierta en el lugar del ataque, se siente débil y tambaleándose
intenta volver a su aldea. Camina torpemente hasta llegar a un claro, donde
perdiendo todas sus fuerzas, se deja vencer por el agotamiento y cae desplomada
al suelo.
No recuerda el tiempo que llevaba inconsciente, sólo
recuerda que era casi de noche y algo grande la había atacado. Ahora observa
todo lo que la rodea. Puede que sea una cueva, es húmeda, pero no hace frio, un
fuego calienta la estancia y ella está
cubierta con unas pieles; son duras y algo ásperas, le recuerdan un poco al
pelaje de los lobos.
Cuando una mujer de cabellos plateados y desaliñados, le
acerca un cuenco humeante a la boca, sin una palabra la ayuda a beber, está
amargo, repulsivo, le provoca arcadas, en silencio la mira a los ojos, estos la
invitan, lo toma a sorbos, en su fuero interno algo le dice que la aliviará. Al
momento se siente invadida por un sopor que se transforma en sueño. Vuelve a dormirse,
esta vez con una sonrisa en la boca, no está sola, se siente segura.
Despierta, fuera ha caído la noche, el fuego esta moribundo
y la herida de su cuello, le duele, pero está tan bien bajo las pieles que
decide no moverse. Eso sí, le gustaría poder comer algo. De repente algo se
mueve junto a ella y su instinto le grita al oído, que no se dé la vuelta, pero
ella lo hace. Tumbado a su lado, un gran lobo gris la está mirando, sus ojos
dorados la mantienen paralizada sólo un momento, justo cuando la anciana vuelve
a aparecer con un brazado de leña.
En cuanto el fuego se reaviva, la misteriosa mujer
despelleja un par de conejos y los pone a asar, la muchacha asustada por la
presencia del lobo tan cerca no sabe bien qué hacer, si ponerse a gritar,
esperar por el conejo o salir corriendo. Opta por lo segundo, tiene demasiada
hambre: el olor que desprende el asado, hace que su estómago gruña. Siempre en
silencio la anciana se acerca y le mira la herida del cuello, hace una
cataplasma con barro y hierbas, la calienta un poco al fuego y se la aplica con
mucha dulzura y suavidad. El calor la alivia, ya casi no siente nada.
Entonces de súbito le habla o más bien le pregunta:
— ¿Qué hacías en el bosque a esas horas tan tardías, dulce
chiquilla?
Ella tarda un momento en responder, la garganta le duele y
le cuesta hablar. Pero responde que no se acuerda, en realidad no recuerda
nada, hasta que el animal la atacó, la anciana vuelve a preguntarle:
— ¿Sabes de qué aldea provienes? ¿Debes de venir de alguna
parte, no?
La chiquilla hace un esfuerzo, pero nada, no sabe ni cómo se
llama, entonces la anciana le hace un gesto al lobo, el cual se despereza y se
estira con mucha tranquilidad, antes de salir de la cueva, no sin antes mirar a
los ojos de la muchacha para desaparecer en la oscuridad.
La joven oye como la anciana murmura mientras corta y
prepara los conejos, le da igual lo que la mujer diga, ella solo quiere comer.
Después de haber saciado su hambre, la anciana le comentó que se iba, debía
enterarse de alguna manera de donde procedía, para poder dar aviso a la
familia, alguien debería estar buscándola ahí fuera, esperaba no tardar. Pero
por si lo hacía, le dejaba un poco de conejo, unas bayas y frutas del bosque en
un rincón de la mesa. La muchacha se asustó y le preguntó a la anciana, qué
debía hacer si el lobo volvía. Le dijo que no debía temer nada, y con una
sonrisa añadió, que era como de la familia. Antes de irse le dio otra vez unos
sorbos de la bebida humeante, unas hierbas del bosque según su cuidadora que le
ayudarían a curarse y a descansar. Antes de que la anciana saliera de la cueva,
la muchacha se había dormido.
Fuera sentado tranquilamente está el gran lobo gris. En
cuanto ve a la mujer, espera que pase por su lado, se levanta y la sigue.
Cuando la muchacha vuelve a abrir los ojos, la anciana está
ahí, de cuclillas al lado del fuego, observándola:
— Ya era hora de que abrieras los ojos, la comida está
lista; ¿Porque tendrás hambre, no? Ya veo por la cara que pones, que sí. Bien,
pues a comer, que tengo muchas cosas que contarte. Son muy importantes y no
admiten demoras.
Una vez saciada el hambre y la sed, la anciana vuelve a
cambiarle el emplaste, comentando lo bien que se estaba curando, el brebaje que
le preparó esta vez tenía el sabor de las frutas del bosque.
Éste tuvo un
efecto diferente, la llenó de energía y fuerza. Entonces la mujer le empezó a
hablar, primero le rogó que no la interrumpiera y que pasara lo que pasara no
se asustara que nada ni nadie en este lugar podría hacerle ningún daño.
— No debes asustarte de lo que te diga, déjame acabar y lo
entenderás todo. He encontrado a tu familia y están ahí fuera esperando para
entrar.
La muchacha abrió la
boca, pero la anciana le hizo un gesto, como diciendo déjame terminar, emitió
un especie de gemido agudo y el gran lobo gris entró acompañado de una decenas
de lobos más, se acercaron y se acomodaron a su alrededor, sin dejar de
mirarla. Todos eran de un color grisáceo menos dos de ellos: sus pelajes eran
blancos como la nieve, eran un poco más pequeños que los otros, se diría que aún
eran unos cachorros. La muchacha no daba crédito a lo que veía. No pudo
soportarlo y gritando, le preguntó a la anciana dónde estaba su familia.
— Cállate y escucha— le espetó la anciana — ahora te voy a
contar una historia y esta vez espero que estés callada hasta el final. El ser
que te atacó hace dos noches es un lobo-hombre, la maldición de los lobos como
nosotros, no pongas esa cara, has oído bien, lobos como nosotros.
Mientras la anciana hablaba, la muchacha no podía dejar de
mirar a los lobos, aunque ya no tenía miedo, las palabras de la mujer le daban
a conocer su historia.
— El ser que te atacó es uno de tus tíos, quien a su vez fue
mordido por un lobo-hombre errante.
Esos seres son lobos que en cada luna llena
de los meses de primavera, se transforman en humanos y atacan a los de su
propia especie, matándolos y cubriéndose con sus pieles. Yo misma soy una
loba-mujer, a mi madre la mordieron mientras estaba encinta y me pasó la
maldición. Fue ella la que me enseñó a conocer los brebajes de los antiguos que
permiten que mientras seamos humanos no ataquemos a los nuestros, pero no
impide la transformación, por eso esta cueva, aquí vivimos algunos de los que
estamos malditos. Por desgracia tu tío, no pudo resistirse a su instinto y te
atacó, ahora eres una de nosotros, cuando lleguen los meses de primavera
deberás dejar la manada y trasladarte aquí, si no quieres convertirte en una
asesina de lobos.
— Serás una muchacha unos dos o tres meses al año, y
mientras tanto, deberás tomarte las pociones que te dé, así podrás estar con tu
familia aquí presente, siempre que pueda. Pero debo hacerte una advertencia,
nunca y digo nunca, deberás acercarte a ningún humano, no lo olvides jamás,
eres y serás siempre un lobo. Y ahora acércate y saluda a tus padres, tíos y
hermanos.
Eduardo, Benjamín y Laura
Segunda parte: http://libresrelatos.blogspot.com.es/2014/07/la-hija-de-los-lobos.html
Segunda parte: http://libresrelatos.blogspot.com.es/2014/07/la-hija-de-los-lobos.html
En este relato quiero destacar la labor de Benjamín porque era un relato que teníamos aparcado desde hace meses y sin inspiración para ver su salida, le agradezco el trabajo realizado, sé que no ha sido fácil y espero que nos deleite con algunas partes más de la historia. Un abrazo.
ResponderEliminarHay que ver; Benjamín, sobre una pequeña idea ajena, cómo has conseguido ampliarla, darle aliento, cadencia narrativa y fabulación, en mi opinión, al más puro estilo clásico. Ojalá la continúes. Un abrazo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Bien narrado, valor que debe ser trabajo de Benjamín, como dice Laura. Da igual quien tenga la idea, si se sabe expresar y terminar tan bien. ¿1ª parte, supongo?
ResponderEliminarEn cualquier caso, felicidades a todos. Buen trabajo.
Gracias por sus amables comentarios, pero no he hecho mas
ResponderEliminarque seguir el exelente trabajo de Laura y Eduardo, me alegro de
que les haya gustado, estoy con la segunda parte, para pronto
espero.
Un saludo.
Benjamin
Muchas gracias Carlos por tu comentario, pero el mérito es de Benjamín, una pluma inquieta, jeje.
ResponderEliminarYa tenemos la segunda parte en nada la publicamos.
Un saludo.